Metamorfosis I (Crónica)
- danielchawnamuche
- 24 nov 2021
- 2 Min. de lectura
Hasta la edad de 11 años y medio todo parecía normal en mi infancia: los juegos de barrio, las canicas, el trompo y la patineta. No sé exactamente cuándo comenzó, pero ese momento fue algo fulminante. Recuerdo que estaba saliendo por la puerta de mi casa en San Miguel, en mi rutina infantil y vestido con pantalones cortos. De pronto, alguien se interpuso entre mi infancia y la puerta de la calle: una niña.
Esa muchachita a la que nunca había visto antes que casi tenía mí misma edad era, en efecto, una de esas niñas que te miran directo a las pupilas de ojos y que quiebran algo dentro de ti.
-¿Está, *******? Preguntó con su voz fina.
No tuve tiempo de contestarle pues de inmediato salió mi hermana y al verse ambas se rieron con sus risitas de niñas comenzando a ser señoritas.
Todo el resto de aquel día me la pasé pensando y jugando, jugando y pensando, pensando y pensando. Realmente hice poco esfuerzo para no olvidarme de esa singular mirada además de concentrarme en el objetivo de esa tarde sabatina: ganar más canicas, destrozar el trompo del niño de la acera de enfrente y no quedar último en las carreras de patinetas.
A partir de ese primer momento, las cosas que creía importantes en mi niñez poco a poco se fueron desvaneciendo. Creo que me sentía diferente a los otros todavía niños. Quizá yo había conquistado una mirada o, tal vez, fue ella quien logró conquistar la mía y, a la vez, abatirme el alma. Lo cierto es que no hubo sábado siguiente que no deseara que ella volviese y aunque no me hablará ni mirara ella estaba allí cerca, viva, altita y risueña.
En el futuro cercano de aquel momento -pasado lejano que hoy lo recuerdo-, la historia no terminaría con esa primera mirada. Llegaría una segunda, una tercera, cruces de palabras, encuentros en fiestas, risas compartidas, etc. Yo le escribía poemas de los que nunca se enteró y, solamente, una vez estuvimos tomados de la mano para una foto de un baile que -gracias a Dios- ella aceptó acompañarme y sucedió a pocos días después de la navidad del año 1992.
Finalmente, durante el primer trimestre del año siguiente de esa navidad, los estudios y el pensar en qué hacer por la vida después del 5to de secundaria coparon todo mi tiempo y mis preocupaciones existenciales. Así como, nuevas pasiones me abrían los ojos al mundo: la historia, el teatro, la literatura, las matemáticas y la biología. En paralelo, ella lograría sus primeros éxitos académicos en una universidad y después los profesionales. De hecho, la vida -sin ningún reproche por hacerle- nos llevó por rumbos distintos y sin poder volver a vernos nunca jamás ni siquiera a saber el uno por el otro.
Por ahora acabo mi pequeña crónica escrita y narrada con un peculiar cariño y añoranza y, más aún, desde lo profundo de mis alegres recuerdos.
Dchawsj
Yamakaientsa, noviembre 2012
Post. Crónica. - Cuando escribí esta crónica, ella todavía no era mi contacto en las redes sociales. Me escribió tras haberme escuchado en un vídeo de una explicación que realicé de una perícopa del evangelio de Mateo estando en Salamanca, España en pandemia del año 2020. Sus primeras palabras fueron: "que gusto volver a escucharte".
Lima, Noviembre 2021

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