La Espera (Relato)
- danielchawnamuche
- 8 sept 2021
- 3 Min. de lectura
Ella lo espero a él en la cuadra 15 de la avenida Colonial. Había terminado su carrera universitaria y aprendía a manejar sus responsabilidades tal cual le habían propuesto en su última entrevista laboral: sobrellevar el trabajo a presión. Él pudo ser él o pude ser yo.
De él no sabía mucho pero yo regresaba del centro de Lima a Bellavista, Callao pues -aparte de ser casi bachiller en Ciencias Agronómicas- me daba el tiempo para gozar de los cursos libres de la otrora Escuela de Teatro de la Universidad San Marcos.
Mientras bajaba por la avenida Colonial subido en una combi, ensayaba las líneas que debía aprender para la función del fin de semana: ahora he visto en el lago temblar a los lirios. Ni bien baje del colectivo, yo terminaba de aprender la segunda parte del texto escrito por García Lorca: pronto caerá sobre las hierbas, Santo y cristalino cuando intuí la silueta de ella.
Yo no tenía ninguna cita ni acuerdo con ella. Entonces, me quedé allí absorto, contemplándola en frente del mismo paradero y ambos separados por las dos largas líneas de asfalto de la avenida que unían Lima y Callao.
– ¿Joven no va a cruzar? ¿Ya está en verde? Me preguntó amablemente una señora. Y, antes de que pudiera contestarle, añadió: -¿Estás bien? Yo no le respondí. Luego, me percate que era una vecina del nuevo vecindario del que hace poco mi familia se había mudado.
Después de casi 15 minutos, ella -nada impaciente- caminó hacia la calle auxiliar paralela a la avenida y en cuya esquina estaba una panadería que lucía para el lado de la acera unos teléfonos públicos de color azul. Ella sacó unas monedas de su mochila, las introdujo y marcó.
Yo esperé el momento en que se escuchan las monedas al caer cuando ingresa la llamada e imprudentemente crucé la avenida tan rápido como pude recitar: hoy-he-visto-en-el-lago-temblar-a-los-lirios. Luego, vi su gesto cuando decía muy amablemente: -Buenas tardes.
Ella hablaba por teléfono y giraba su mirada creyendo haber visto algo conocido. Quizá a él o a mí. Ella sonrió al teléfono con un: -Gracias. Colgó y oteó a lo lejos la línea 15, la que va por la Colonial y voltea en Universitaria. Ni siquiera apresurándose para subir, se fue resignada en el mini-bus.
Yo la recordé todo el trayecto que dura desde la cuadra 15 de la Avenida Colonial hasta mi casa mirando los jardines, rememorando el segundo texto de Lorca o que pronto me caería sobre el grass y que nunca sabría si ella me esperaba allí o si ella me llamaba por teléfono para decirme que quería visitarme en la casa.
Cuando llegué, mi madre intuía que era yo quien entraba por la puerta alzó la voz desde la cocina: -¡Hace unos 20 minutos, acaba de llamarte una amiga. Dijo que te llamaría más tarde!
De hecho, ese “más tarde” llegó. No fueron tantas horas pero aquello lo sentí una eternidad: -Hola te llamé porque quería saber cuándo, dónde y a qué hora son las funciones del teatro. Me gustaría ir para verte.
Le di todos los datos tal cual ella me solicitó y pensé que podía añadir algo más pero no lo hizo. Aquello por lo cual yo tampoco me atreví a hablar: acerca de que la había visto esa misma tarde. Luego de preguntarle acerca de su trabajo, me despedí rogándole que no vaya sola a la función porque el centro de Lima por las noches suele ser un poco peligroso.
Después de varios fines de semana, -dos antes del cierre de la temporada- la vi a ella al terminar la obra en el momento que encienden las luces de la platea; con su sonrisa de siempre entre el ruido de los aplausos. Cuando me reconoció de entre los actores todos maquillados y vestidos, movió sus labios gesticulando en silencio: -Hoy he visto en el lago temblar a los lirios.
Definitivamente, yo estaba muy contento de verla. Habían pasado varios años y muchas obras en que hubiese querido que me vea pero casi siempre nunca podía darle tregua primero a la presión de los estudios y luego, a la del trabajo.
Ese momento fue la única y última vez que ella me vio sobre un escenario. Luego, viajo a Barranca al norte y yo, al sur a Nuevo Imperial terminando la temporada del teatro. Para mí, era la primera vez que la veía tan radiante y libremente feliz incluso al lado de alguien que fue él y quise ser yo.
Dchawsj
Yamakei-entsa, Agosto 2014

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