El Presagio (relato)

Como todos los días, -a la misma hora- Diego da Costa baja de las oficinas del edificio de su empresa hacia la calle. Espera treinta segundos para el cambio de la luz del semáforo y cruza sin preocupación la avenida.

Se dirige hacia una de las dulcerías. Ingresa. Se ubica en la misma mesa de todos los días siempre con la vista al frontis del edificio. Pide un helado.

De pronto -mientras se llevaba un bocado hacia sus labios- se percata a través del vidrio de aquel negocio a un hombre parecido a él.

Por un momento, sonrió. Cogió el teléfono móvil y llamó a su hermano gemelo. Al ver ningún gesto familiar de aquel hombre que le hiciera creer en su intuición, se impacientó. Sentimiento un tanto extraño en su rutina.

Insistió nuevamente con la llamada hasta que contestó su hermano. Ello le produjo un fugaz alivio. Efectivamente, concluyó: el hombre parecido a él no era su hermano gemelo.

Quizá no debió tomarle tanta importancia. Salvo por lo que sucedió después.

Aquel hombre muy parecido a él cruzó la avenida cinco segundos antes de lo habitual provocando un accidente que le costó la vida.

Diego da Costa estaba realmente confundido. No sabía ciertamente si él era una imagen de su último recuerdo o quizá un presagio de su propia muerte o la de su hermano.

“Señor, ¿está usted bien?” Preguntó, el tendero.

Dchawsj

Yamakai-entsa, Setiembre 2015