EL CHOCOLATE (relato)
- danielchawnamuche
- 8 mar 2021
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr 2024
- Yeyé estoy aburrido no sé a qué jugar
- Yo también quiero jugar con ustedes. -Dijo Cezé-.
- Todavía no sabemos a qué jugar y ya quieres jugar.
- Igual yo también quiero jugar. -replicó Cezé-.
- Al ludo. -Habló Yeyé-.
- No. -dije-.
- Siiiiiii, yo soy el amarillo. -Contestaba Cezé-
- Al monopoly
- No -volví a decir-.
- Siiiiiii, yo soy el banco. -Otra vez Cezé-.
- ¡A la fiesta! -Gritó entusiasmada Yeyé-.
- No. -Dije de nuevo-
- Si. A la fiesta. -Dijo Yeyé-.
- Siiiiiiii. -Cezé movía la cabeza de arriba abajo -.
- ¿Y cómo se hace? -Pregunté-.
- Le voy a pedir a mi papá papel.
Yeyé le pidió papel a mi papá. Él tenía unas resmas de papel. Algunos con membrete del Banco Popular del Perú y otros con: Cooperativa de ahorro y crédito hipotecario Excélsior. Con éstos, mi hermano mayor los usaba para sus ejercicios de matemáticas y física porque estudiaba en la academia. También, los utilizábamos para jugar a la escuelita, hacer origami o jugar: “nombre-animal-cosa”.
- Ya tengo papel. -Dijo Yeyé-.
- ¿Qué haremos con eso? -Pregunté-.
- Las invitaciones pues. Cuando has visto una fiesta sin invitación.
- Yo pinto. -Dijo Cezé-.
- Venbinidoa mi fiesta. -Escribí-
- No mongo… así no se escribe. -Dijo Yeyé-.
- ¿Cómo, entonces?
- Así, sonso, Benvinido. Primero la “be” grande y luego la “be” chica. Yo haré la muestra y luego la copias.
Y así, hicimos como 30 invitaciones. Mientras que Cezé las iba pintando con diversos colores, les colocaba flores o globos y pasteles de cumpleaños con velas encendidas.
De pronto sonó el timbre de la puerta. Mi hermana mayor veía la telenovela de las 3 de la tarde: el derecho de nacer. No despegaba los ojos de la pantalla solo parecía que su cuerpo iba hacia la puerta. Y gritó:
- ¡Vayan a abrir! ¡Es para ustedes!
- Cezé anda ver quién es. -dijo Yeyé-.
Fue y regresó rápido.
- Yeyé es tu amiga. Dice: si vas a salir.
- Dile que no.
Cezé regresó para terminar de pintar las invitaciones.
- Cezé ¿Qué estás haciendo? -Preguntó Yeyé-.
- Estoy pintado estas tiras para luego hacer los gorritos para los invitados.
- Chévere. Mi papa tiene una engrapadora chiquitita. Hacemos los conos y lo engrapamos aquí.
En eso que termina la telenovela llega mi hermana mayor:
- ¿Qué hacen? -preguntó-.
- Jugamos a la fiesta… Haz cancha pe´. -dijo Yeyé-.
- Ya. -Respondió-.
Ella no solo nos hizo canchita, también cachangas y caramelos de limón. Yeyé y Cezé terminaron las invitaciones, los gorritos y el cotillón.
- Ya. Traigan los juguetes. -Dijo Yeyé-.
- Yo primero. -Respondí-.
- Pero, sólo entran los muñecos y superhéroes nada de animales de jebe ni dinosaurios. -Amonestó Yeyé-.
El primero en llegar fue Archibaldo, el mono, junto con un dinosaurio y fue recibido por la Barbie rubia.
- Buenas tardes, Archibaldo. Trajo su invitación. -Dijo Yeyé fingiendo la voz-.
- Si, aquí está. -Respondí-.
- Adelante. Mmmmmmm. Pero, ese animal no puede entrar.
- No se preocupe, Señora. Es mi perro. Se va a quedar afuera pa´ que cuide mi carro.
- ¡Ah! Muy bien, entre. Tomé su gorrito. Ya va a llegar el resto.
- Huele muy rico, Señora.
- Es la sirvienta que está preparando canchita.
- ¡Bibi! ¿Ya está la canchita? -Gritó Yeyé con la voz fingida-.
- ¡Ya! -Gritó mi hermana mayor desde la cocina-.
- Qué eficiente es mi sirvienta. A fin de mes le daré un aumento.
Después, llegó Batman con un sapo de jebe, Pablo Mármol con un cocodrilo, el hombre araña con una araña, algunos soldados e indios. Obviamente, los animales se quedaban fuera.
- A no, no, no. Ése no puede entrar.
- ¿Por qué? -Pregunté-
- Porque no tiene cabeza. Además, dijimos que sin animales y ése tiene un perro y un gato en sus pies y no se le puede quitar.
- Racista. -Le contesté desilusionado-.
- Oye. Pero mi mamá ya lo había escondido. ¿Cómo lo has encontrado? Vuélvelo a su sitio. Te van a pegar como la otra vez.
- Ya, pero dame un gorrito pe´.
Me fui a dejar una estatuilla del santo de la escoba de donde estaba escondido en la habitación de mis padres.
- Adiós San Martín. Al menos un gorrito. -le hablé a la pequeña estatuilla de yeso-.
Luego, llegaron los juguetes de Cezé. Además del juego de cocinita que usamos para colocar lo que preparó mi hermana mayor, fueron a la fiesta: la Barbie morocha; Pepe, el bebito; Rosita fresita, Marco y el Pequeño Pony.
- El pequeño Pony es un animal. No puede entrar. -Protesté-.
- Que si puede entrar. -Dijo Yeyé-
- Pero es un animal.
- Si, pero está bonito. No como tus animales. Mira: a uno le falta un ojo, al otro la garra, el cocodrilo sin dientes.
- Además, tiene su invitación.
- Cha´su mare.
- ¿Qué has dicho?
- Nada.
- Nada. -Me remedó Yeyé-. Ya te escuché, vas a ver.
- ¡Bibi! ¡está diciendo malas palabras! -Gritó Yeyé-.
- ¡Que ya voy! -Gritó Bibi sin escuchar lo que decía Yeyé-.
- Vas a ver. Te van a agarrar a correazos. -Replicó Yeyé-.
- No…ya. -Respondí-.
Miré a Cezé y ella estiró su lengua.
- ¡Guau…! ¡Guau… guauuu! -Ladró el dinosaurio al pony.
- ¡Mira! -Gritó Cezé-.
La barbie rubia quien era la anfitriona dijo:
- Señor Archibaldo amarre a su perro porque está asustando a los invitados.
- ¡Toby!, ¡Toby! ¡Calle´a boca…carajo!
- ¡Bibi! ¡Está diciendo lisuras!
Yo me tapaba la boca y señalaba a Archibaldo, el mono. Cezé peinaba la melena del pony.
- ¡Ya voy! -Gritó mi hermana, la mayor. Y llegó-.
- Aquí la canchita, las cachangas y los caramelos de limón. Y añadió: -¿Y todos estos animales? Parece un zoológico.
- No están invitados. -Respondí tristemente-.
De pronto, suena el timbre de la puerta.
- Anda ver quién es. -Me dijo Bibi-.
- Ya bajo. -Respondí-.
- ¿Qué has dicho? -Me encaró Bibi-.
- ¿Qué… ya… ba…jo…? -Repetí pronunciando cada sílaba-.
- ¡Cuidado no más ah!
Cuando bajé a ver, era la amiga de Yeyé. Se había bañado. Estaba muy linda con su vestidito. Dos colitas adornaban los lados de su cabeza, su mamá le puso brillo en sus labios y unos minúsculos aretes en forma de trébol resplandecían. Abrí la puerta. Ella llevaba en la mano una invitación coloreada por Cezé y, en la otra, un regalo grande.
Cruzó la puerta y dijo:
- Vine para la fiesta.
- Adelante. Sigue. -Respondí, controlando el espasmo que da para evitar reírme-. Dame el regalo. -Añadí-.
- No. -Cerró sus labios haciendo trompa-.
Yo le remedé sin pronunciar palabras e imité su caminar de niña sin que me viera.
- ¿Dónde están todos? -Preguntó-.
- Arriba, sube.
Ella subió y yo la seguí remedándola. Cuando llegamos a la habitación, encontramos a mis tres hermanas en un festín de canchita. Yo me apresuré a coger un puñado de cancha.
- Hola. -Dijo Yeyé con la boca llena-.
- Hola. -Dijo la amiga, pero tenía el rostro un poco desencajado-.
- Cezé. Dale una muñeca pa´que ella juegue.
Cezé se abrazó a la muñeca y le alcanzó el Marco. La cocinita de Cezé tenía una chuleta de plástico en el horno.
- Señora. ¿Me puede dar esa chuleta para mi perro que está en la calle? -Preguntó Archibaldo, el mono, a la Barbie morocha.
- Como no, don Archibaldo. Tome. -Dijo Cezé impostando una voz delgadita-.
- ¡Toby! ¡Toby! Ven acá, ca´ -Estuve a punto de terminar la palabra y me interrumpió Yeyé-.
- ¿Qué vas a decir? Te voy a botar de la fiesta.
- Cachorro. Cachorro iba a decir.
- Toma Toby. -Dijo en Archibaldo. Y le lanzó la chuleta de plástico-.
- Grrrrrrrr. Grrrraaaaaciiiasss amo. -Dijo el dinosaurio-
Pronto se le acercó el cocodrilo y comenzaron a pelear por la chuleta. Y después todos los animales comenzaron a pelearse.
- ¡Ya basta! No hagan más ruido. Vamos a invitarles canchita a todos. -Dijo la Barbie rubia-.
Yeyé colocó canchita en la boca de cada animal de jebe. En algunos entraban más.
- Pero ¿Qué es ese olor? -Dijo Bibi-. ¿Quién fue el marrano?
- Fue el Toby que ha comido chuleta cruda. -Respondí-
- El Toby. -me remedó-. Eres un puerco, cochino, marrano, chancho, apestoso, chui. Qué va a pensar la niña que está aquí de visita.
Mis otras hermanas tenían puesta la nariz tapada con la “v” que forma el brazo con el antebrazo abanicando con la mano que les quedaba libre. La otra niña se tapó con el índice y el pulgar mientras abanicaba su rostro con la invitación que aun llevaba en la mano. Bibi abrió la cortina y la ventana. Luego, se fue a contestar el teléfono que sonaba: -Marrano. -Musitó antes de irse-.
- ¿Saben qué? -Dijo la niña-.
- ¿Qué? -Dijeron al unisono Yeyé y Cezé mientras yo colocaba comida en la boca de los juguetes-.
- Quiero ir a mi casa a cambiarme de ropa. Mi mamá no sabía que era una fiesta de mentira. Y yo tampoco.
- Anda. -Dijo Yeyé-. Cezé acompáñala a la puerta.
Llegó Cezé y señaló el regalo que había dejado.
- Se olvidó.
- Hay que abrirlo. -les dije-.
- No. -dijo Yeyé-.
- Sólo lo abrimos para ver. -Insistí-.
- Y si regresa. -Acotó Cezé-.
Lo abrí con sumo cuidado despegándolo de las cintas adhesivas que tenía por los lados. Era cuadrado y rígido como un pequeño cuadro. Era un poco pesado. Retiré el moño y lo abrí de lado. Y apareció la marca de la caja: Toblerone.
- Es un chocolatote.
- Trae pa´ acá. -dijo Yeyé con su debilidad por el dulce y me quitó la caja-.
- Yeyé, ya rompiste el papel de regalo. -Le dije-.
- ¡Calla mierda!
- ¡Bibi! ¡Está diciendo lisuras! -Grité-
No me hizo caso porque reía en el teléfono. Yeyé nos dio un pedazo a cada uno: a Cezé y a mí. Luego, colocó pequeños retazos de chocolate en los platitos del juego de cocina mientras ella comía un gran pedazo.
- ¡Vayan a abrir la puerta! ¡Que estoy hablando por teléfono! -Gritó Bibi, la mayor de mis hermanas-.
- Cezé, asómate por la ventana y pregunta quién es -Dijo Yeyé-.
Cezé regresó rápido. Estaba moviendo las piernas y las manos y con su cara de desesperación.
- Es tu amiga Yeyé. Dice que le den el regalo, que su mamá se lo está pidiendo.
- Puta mare. - Yeyé se golpeó la frente con la mano.
- ¡Que está diciendo lisuras! -Grité-.
- ¡Baboso! Trae la cintescostch. Y qué bien que tragas no, sonso.
- Ya voy hija. -Gritó Yeyé, con la voz de la Barbie rubia-
- Yo se lo voy a entregar porque ustedes no saben. -Yeyé se fue a la puerta con el regalo y se lo entregó.
Ni bien regresó Yeyé, otra vez tocaron la puerta y ella volvió a ver quién era. Ingresó con su amiga. Esta vez sin las dos coletas con el cabello suelto que cubrían los pequeños aretes plateados de trébol y piedrecitas verdes. Ya no llevaba brillo en los labios. Llegó con un polo rosa, unos shorts lila y sus zapatillas sucias. Llevaba una canastilla con una Barbie pelirroja y un Kent desnudo.
- ¡Chocolate! -Dijo la niña-
- ¡Chocolate! ¿De dónde han sacado chocolate? -Preguntó Bibi quien había terminado de hablar por teléfono y pasaba cerca de la habitación.
Yeyé señaló con la trompa a Cezé y Cezé giro la cabeza y me señaló a mí. Yo miré a la niña e hice trompa hacia ella, pero la retiré rápidamente y mentí:
- Mi abuelita me regaló un chocolate y lo saqué para jugar.
Bibi se fue no sin antes lanzarme una mirada amenazadora. Haciendo con la mano un silencioso gesto de: “espérate no más” sin que las otras niñas la vieran y señalaba el lugar dónde mi madre escondía unos chocolates importados en la parte más alta del clóset y yo pensaba que era el único que sabía que allí estaban.
Dchawsj
Bogotá, abril 2019.

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