El Fraude (relato)
- danielchawnamuche
- 27 jul 2021
- 2 Min. de lectura
Al ver las calificaciones, el profesor de la escuela exclamó: “Usted alumno ¿Cómo es posible que haya aprobado y el resto no?” El aula se mantenía en silencio. “Saquen una hoja. Dejaré tres preguntas”. Volvió a pregonar: “Haga su mejor esfuerzo Sr. Chu.”
De hecho, mi segunda calificación fue regular. El profesor alzó la voz: “La conclusión a la que puedo llegar es que usted hizo trampa en su examen. ¿Estoy en lo correcto, Sr. Chu?”
No estaba interesado en responderle ni pasaba por mi mente réplica alguna. Todos me observaban. La noche anterior había muerto la abuela. Aquella que me había regalado una pequeñita cruz de palo de guayacán de la misma que está fabricada la Santísima Cruz del cerro Chalpón en Motupe.
Entonces, “¿Quién calla, otorga?” añadió el profesor.
Otro niño, el del primer puesto del aula, reía de mi. Él había tenido la oportunidad de redimirse y continuar siendo el mismo pedante y presumido de siempre.
“Tengan en cuenta de que, si ustedes quieren pasarse de vivos como el Sr. Chu, no lo van a lograr” acotó el docente. E increpó: “Yo me doy cuenta de todo”.
La semana anterior al deceso de la abuela, ella se puso de mal en peor. Algunos en mi familia se pusieron a rezar. Yo tenía el examen de geografía, pero la tristeza me embargaba. Igual estudié y me aprendí los 53 ríos de la costa peruana.
Hubo un día en esa semana en que ella mejoró. Pero, luego empeoró. Pensaba que cada vez que estudiaba, ella mejoraría. Luego, me aprendí nuevamente los ríos, pero al revés. Y me reía de llamar a los mismos ríos, pero al revés y así había ríos como: el Chemo, el Ñecate, el Raupi, el Macachi, el Somol y el Rachi. Ríos de un país triste llamado Rupe.
Por ello, en el segundo examen, no se me dio la gana -repito, no-se-me-dio-la-ga-na- de responder las respuestas correctas de algo que ya sabía y ya estaba demostrado en mi primer examen.
De norte a sur y de sur a norte, por departamentos, al revés y al derecho. A tal punto fueron mis acertados errores que el profesor me considero un disléxico, un incapaz de demostrar los aprendizajes que propinaba. Al final del año, mis calificaciones para ese curso fueron a veces altas o a veces bajas recibiendo siempre la misma mirada sospechosa del docente.
Dchawsj
Lima, julio 2021

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