El corredor nocturno (relato)
- danielchawnamuche
- 24 feb
- 1 Min. de lectura
En las noches, diariamente, salía a correr por las calles.
Trotaba rápido por las avenidas y subía por jirones hasta llegar a la calle en donde ella vivía. Cerraba los ojos. Luego, caminaba seguro ni muy lento ni muy rápido. Cuando sentía que ya estaba cerca de su casa, abría los ojos con la esperanza de ver la luz encendida de su habitación.
Entonces, varias veces -cuando la encontraba así- imaginaba que alguien estaba recordándola, pensándola y que él no sería el único que la extrañaba o que quizá ella regresó a la confidencialidad de aquella habitación.
Una vez apagada las luces, dos lágrimas rodaban por sus mejillas y emprendía la carrera. Giraba en un óvalo y retornaba por las calles ya antes recorridas. Aquel ritual se repitió cada año, a veces a diario según el ritmo de su melancolía.
Pero, un día, vendieron la casa, la demolieron y construyeron un edificio como aquellos que aparecieron en la avenida Brasil.
Pasado un tiempo y con la suerte que ofrece la fortuna, adquirió el tercer piso del edificio en el lugar casi exacto donde habría estado la habitación de ella. Allí vivió rodeado del recuerdo del pasado.
Entonces, llegaba tarde del trabajo, prendía la luz, cerraba la ventana y corría las cortinas. Por un momento, creyó verla a ella en la silueta de una mujer quien cada noche cruzaba trotando en la acera cerca del edificio.
Dchawsj
Yamakai-entsa, febrero 2015

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