El banquero y el mendigo (relato)

Sale un hombre del Banco Central de la Reserva, cruza la avenida y se dirige hacia el gran templo.

Una vez allí saca de su billetera un billete limpio de 100 soles. Hace de éste un pequeño rollo y lo introduce en una pequeña ranura de uno de los altares laterales.

Avanza por la nave central del templo. Antes de llegar al altar, hace una genuflexión y se signa. A continuación, se arrodilla en una de las bancas. Y, sin dejar de mirar el sagrario, reza del siguiente modo:

“Te doy gracias dios porque todos estos años he tenido trabajo gracias al partido. Te pido, te ruego y te suplico no permitas que los sucios opositores manchen el trabajo que con tanto esfuerzo nuestros camaradas hemos tenido. Gracias a ti, no somos como estos migrantes que han llegado al país ni como los otros compatriotas que piden plata en los buses”.

Mientras el señor seguía orando muy cerca del altar, otro entra. Tenía el aspecto un poco oscuro y su ropa de trabajo un tanto húmeda por la intemperie. Éste no se atrevía a ingresar por la nave principal. Por ello, solo se arrodilló en la explanada del templo. Abrió las manos incluso cuando su pulgar se aferraba a una moneda de 2 soles. Hizo un rezo que solo dios comprendía.

Luego, se levantó. Echó la moneda en la ranura donde otra persona ya antes había colocado un billete de 100 soles. Se signó y se colocó a la puerta del templo con su bolsa de caramelos. El señor que había salido del Banco, se cruza con él. Le da una mirada de desprecio y menea la cabeza una señal de desaprobación.

El otro señor solo atinó a esbozar una sonrisa.

Dchawsj

Lima, abril 2021