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El auto del profesor (crónica universitaria)

  • Foto del escritor: danielchawnamuche
    danielchawnamuche
  • 15 jul 2023
  • 2 Min. de lectura

Cerca del año 2000, en la Facultad de Agronomía, me acerqué al doctor Sven Villagarcía para una propuesta de tesis. Él me envío al antiguo laboratorio de Suelos que está ubicado cerca del auditorio central de la Universidad Nacional Agraria de La Molina.


Aquel lugar estaba abandonado: la grama había crecido demasiado en los jardines, las rejas oxidadas y no pocos roedores se paseaban entre los vasos de precipitación, los matraces y las placas Petri.

Estando allí, una vez llegó el profesor Guillermo Aguirre y me observó barriendo las veredas que circundan el laboratorio.

- ¡Profesor Aguirre! Le grité.

- Hola hijo. ¿Cómo estás?

- Aquí pues, voy a empezar mi tesis con Sven.

- Pucha, ¡Qué feo está este lugar! Te voy a enviar gente para que te ayude a limpiar.

- Ah, bueno. Gracias.

El profesor Aguirre cumplió con su palabra y allí llegaron tres jóvenes quienes hacían bolsa de trabajo en la universidad para tener ingresos extra y poder culminar sus estudios. Uno de ellos era Kike de Agronomía; los otros, Upiachihua y “el Cabezón”. “Upi” era de Pesquería; del otro, no recuerdo.

Un día en que estaba en el laboratorio, cerca de mediodía, los muchachos no llegaron a trabajar. No obstante, apareció el ingeniero Aguirre en su auto “escarabajo”. Dentro del auto, había un balde de engrudo y unos carteles.

- Profe. Los muchachos aún no han llegado. Le increpé.

- Cierto, los mandé a hacer otras cosas. ¿Has almorzado?

- No, todavía. Respondí

- Dejo ésto y vengo por aquí.

- Ya.

Cuando regresó el ingeniero Guillermo Aguirre, nos fuimos a almorzar al comedor de la ADUNA. Y conversamos de varios temas: de cómo había cambiado la universidad en los últimos 5 años, de mi futuro un poco incierto y de que quizá podiese estudiar la maestría en Suelos y Fertilidad.

Después de almorzar, salimos hacia el auto. Al mirarlo, ambos nos quedamos en una sola pieza contemplando el pequeño auto. Él sacó la llave y lanzó una carcajada:

- Estos muchachos se pasan. Les di engrudo y estos avisos y les dije: que me empapelaran toda la universidad. Y mira, hasta mi carro lo han empapelado.

Yo sonreí. Nos subimos al auto que parecía como propaganda de campaña política. Me dejó en el antiguo laboratorio de suelos. Unos minutos más tarde llegaron los muchachos con unos vasos plástico y un botellón de gaseosa. El profe Aguirre les había regalado por el trabajo realizado.

Nadie parecía molestarse con aquella travesura de los estudiantes ni siquiera Aguirre. Y si hay algo que recordar de este buen hombre es su diligencia para ayudar a otros y tantos detalles de su agradecimiento.


Hasta pronto Guillermo.

Ing. Daniel Chaw Namuche – UNALM promoción 94-I


Dchawsj

Bogotá, julio 2019.




 
 
 

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