EL APROBADO (relato)
- danielchawnamuche
- 13 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Casi no ha escrito nada. Analizo sus ideas, las marcas dudosas, los tachones y el amago de ensayo. Entonces, mientras cuidaba el salón, lo vi un par de veces tentado, oteando hacia la pantalla negra del teléfono celular. En su mirada, él recordaba el primer día que se sentó frente a mí en la clase y luego fue retirándose progresivamente hacia el fondo del aula a medida que avanzaba el semestre.
Su compañero de a lado parecía estar muy conforme con las preguntas propuestas del examen. Éste miraba -de cuando en cuando- el blanco techo indicándome que razonaba. Achinaba los ojos, dibujaba una falsa sonrisa con sus labios y volvía a escribir. Aquello que percibí me perturbó un poco luego caí en la cuenta de que solo era para distraerme. Él -con la velocidad de sus dedos- colocaba las preguntas en el wasap de su teléfono oculto.
Me había hecho de la vista gorda para no caer en el pensamiento obtuso. Días después, la alumna Marquina me había preguntado por qué lo permitía y que ello daba pie al rumor de ser un profesor tonto y permisivo. Esbocé una sonrisa y le conté mi secreto: “Me encanta ver la forma como los jóvenes se debaten entre hacer el bien y el mal, entre lo correcto e incorrecto”. Y añadí: “las personas íntegras deciden no hacer el mal pudiéndolo hacer”.
Ha terminado el semestre y quería escribirle a Sarahi, otra alumna quien siempre me dejó preguntas escritas a lápiz después de sus respuestas. Pero, este relato se trata del aprobado y su compañero. Ambos fallaron en el final; no obstante, ambos salvaron el curso de Teología. Ahora recuerdo la pregunta final de una parábola que no muchas veces logro responder: ¿Cuál de ellos…?
Dchawsj
Pueblo Libre, diciembre 2024.

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