Cuentos sobre mi madre No 4

“Mamá, cuando va a regresar la abuelita” le pregunté con cierta nostalgia mientras ella recogía la ropa sucia de la habitación de mi hermano. Ella me contestó que podía ser mañana o tal vez pasado pero no señaló ningún momento exacto. “¿Puedo ir yo a  ver a la abuela?” le dije añadiendo una  sonrisa traviesa.

Entonces, observé por primera vez el rostro de mi madre enfurecerse porque ella conocía muy bien las intenciones de mis palabras y las acciones de mis no-tan-correctas intenciones.

Dejó la ropa en la lavadora mientras yo quedaba inmóvil. Cogió una silla, se sentó en ésta.  Antes de hablar, se tomó la frente como concentrando todas la palabras que iba a decir en la palma de su mano. Yo sabía que mi madre ya lo sabía,  la escuché atentamente mientras recordaba a la abuela saliendo de la casa para irse a la suya.

Después de estar avergonzado, pasaron unas cuantas horas y me dijo: “cámbiate que vamos a ver a la abuelita”. Una vez cambiado, me tomó de la mano. Salimos juntos de la casa sin el auto. Miré las casas de los vecinos, los negocios de las esquinas y seguimos caminando hasta que nos detuvimos.

“Fíjate bien lo que estamos haciendo, mira siempre a un lado y luego al otro. Cuando no hay carros que vienen, cruzas y que sea la última vez que me enteró que intentas tú sólo cruzar la avenida”.

Volví  hacer una tenue sonrisa traviesa pero esta vez sin mostrar los dientes.

Dchawsj 

Yamakaientsa, Marzo 2014